I. La mente humana es libre por naturaleza, siendo criminal cualquier intento de influir en ella por intimidación o engaño.
II. Libertad y responsabilidad son indisociables: Quien trate de disociar una y otra cosa miente interesadamente: a) para hacer que otro asuma sin libertad una responsabilidad; b) para presentar la libertad de otro como irresponsabilidad.
III. La virtud cívica consiste en desconfiar de todo poder coactivo, contribuyendo así a que ésta se ciña a lo imprescindible; el vicio gregario consiste en adherirse sumisamente a él, contribuyendo a que crezca más allá de lo imprescindible.
IV. La libertad de acción sólo puede limitarse como consecuencia de actos que lesionen concretamente a otros, y la coacción no puede emplearse para defender a nadie de sí mismo. Las corporaciones que desempeñan este tipo de defensa son bandas criminales, porten el disfraz que porten.
V. La tiranía contemporánea posee formas recurrentes, entre las cuales destacan:
1. La desvirtuación de la democracia, que consiste en no orientar permanentemente al gobierno a la promoción del autogobierno, frustrando la descentralización de funciones y manipulando la ingenuidad popular.
2. La corrupción del mandato, que consiste en defender privilegios no previstos por el elector e incluye el mantenimiento de castas, los secretos oficiales, la impunidad para gobernantes y otros abusos contrarios a la premisa de que la ley rige para todos sin excepción, pero muy especialmente para quienes ostentas funciones públicas.
3. El expolio burocrático, que consiste en el reparto no equitativo de la carga tributaria entre los ciudadanos, con una u otra excusa.
4. El bandolerismo, que consiste en la venta de seguridad para peligros creados mediata o inmediatamente por el propio protector.
5. El sectarismo, que consiste en exigir uniformidad de opinión y costumbres en nombre de algo que se apoya sobre una u otra forma de censura y, por tanto, sobre la suplantación del entendimiento subjetivo. La consecuencia inmediata del sectarismo es una pérdida de fronteras entre eticidad y derecho, que pudre ambas esferas; una eticidad apoyada sobre premios o castigos externos es mera hipocresía, y un derecho al servicio de cierta eticidad es perversa injusticia.
6. El fraude, que consiste en huir hacia delante, hipotecando generaciones venideras a problemas que el tiempo agrava en vez de aliviar. Esto significa que “ninguna generación puede contraer deudas superiores a las pagaderas durante su propia existencia”, y que “ ninguna sociedad puede hacer una constitución perpetua, o siquiera una ley perpetua”. En efecto, lo contrario sería entregar a los muertos el reino de los vivos.
El Espíritu de la Comedia. (Premio Anagrama de ensayo 1991)
Antonio Escohotado
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